miércoles, 18 de junio de 2008

"No cometerás adulterio" (Mt 5,31-32)

El segundo mandamiento del Decálogo al que Jesús va a dar su verdadero sentido es el referido a la fidelidad dentro del matrimonio.
La catequesis de Jesús toca dos aspectos.
En primer lugar se refiere no sólo al acto físico del adulterio, es decir, a la infidelidad consumada, sino que va más allá... Nos viene a decir que el adulterio, antes de convertirse en un hecho consumado, se gesta en el corazón... Por eso Jesús habla de los deseos...
La invitación es a velar sobre nuestros deseos, pues estos tienden a realizarse... Por eso es bueno preguntarnos de vez en cuando qué deseos anidan en mi corazón... Los buenos para cuidarnos y alimentarlos y, los no tan buenos, para erradicarlos... es lo que quiere decir Jesús con la expresión: "Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo"...
El segundo aspecto se refiere a la mutua fidelidad... En el Antiguo Testamento el varón tenía derecho a "repudiar" a su mujer, es decir, a divorciarse casi por cualquier motivo, dejando a su esposa sencillamente en la calle en total indefensión... Jesús es un gran defensor de la mujer y de la igualdad, pero no va a poner dicha igualdad en que la mujer pueda también divorciarse de su marido sino en la mutua fidelidad, por eso ninguno de los dos deberían romper el matrimonio...
Para muchos esta postura de Jesús es incomprensiva y demasiado exigente... Todos conocemos los fracasos que se dan dentro de la vida matrimonial y lo difíciles que pueden ser algunas situaciones... y si hay alguien que conoce y comprende la debilidad y fragilidad humana es nuestro Padre... Jesús lo que intenta es proponernos el ideal, nuestra llamada más profunda, y estamos llamados a la fidelidad, a mantener relaciones capaces de perdurar en el tiempo... no estamos hechos para las experiencias caducas sino para un amor que dure para siempre...

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